“Hasta aquí, todo va bien”: violencia y marginalidad en La Haine

 

Por Manuel de Jesús Medina Castro

A lo largo de la historia de la humanidad, las migraciones han estado presentes, sobre todo, en países, regiones o civilizaciones que, por situaciones política o socioeconómica, han recibido, de forma legal o ilegal, a comunidades extranjeras. Ejemplos en la modernidad hay muchos, como Estados Unidos, España, Francia, y más; todos han sido destino para quienes buscan una vida distinta.

En el caso francés, las migraciones son principalmente desde África y regiones árabes, quienes han dado forma a una sociedad diversa y multicultural, llevando diversos sectores con orígenes étnicos al francés a vivir en los barrios periféricos, donde la precariedad y la violencia se convierten en parte del día a día. Estos barrios representan “el reflejo de un sistema que continúa excluyendo y empujando al margen a comunidades racializadas”. La película La Haine (1995), dirigida por Mathieu Kassovitz, retrata este contexto. A través de la historia de tres jóvenes: Vinz, Saïd y Hubert, hijos de inmigrantes, atrapados en la marginalidad y la violencia. Todos ellos habitan un espacio social tenso, caracterizado por el aislamiento de los suburbios, donde las oportunidades son escasas y la discriminación forma parte de la vida cotidiana.

Kassovitz se inspiró en hechos reales para realizar esta película, entre ellos el asesinato de Makomé M’Bowolé, un joven de 17 años originario del Zaire, que murió a manos de un oficial de policía en 1993. Su muerte desató disturbios en distintos barrios.

Blanco y negro: más que una estética

Uno de los principales aspectos que llama la atención de la película es que fue filmada en blanco y negro. Esta elección no solo fue estética: el propio director explicó en entrevistas que quería evitar que el color de piel de los personajes influyera en la percepción del espectador. Al prescindir del color, se buscaba colocar a todos en igualdad de condiciones, al menos visualmente. La ausencia de color también le da al filme un tono más serio y real.

“Hasta aquí, todo va bien…”

La cinta abre y cierra con este monólogo: “Un tipo se tira por la ventana desde un piso cincuenta. Mientras va cayendo piensa: de momento, todo va bien... Lo importante no es cuánto tiempo estás cayendo, sino cómo aterrizas”.

La metáfora representa la historia de esta población y de los jóvenes protagonistas, quienes se enfrentan a una serie de problemas de los que salen bien librados, entre ellos racismo, el acecho por parte de las autoridades, redadas, asesinatos, pobreza, en los cuales caen con cierta calma, hasta que finalmente aterrizan teniendo un gran impacto del que ya no pueden salvarse.

Además, el manejo del tiempo, a pesar que el filme dura alrededor de una hora y media en la historia transcurre poco menos de 20 horas, reforzando la idea que cada escena está marcada por la hora exacta, como si el espectador tuviera frente a sí una cuenta regresiva. Según Rebelión.org (2009), la historia “transcurre básicamente en un suburbio en estado de sitio, Muguets, a 30 km de París, entre las 10:38 y las 6:01 del día siguiente”. Esa estructura no solo genera tensión, también señala que el impacto se acerca.

Más allá de la denuncia social, La Haine también construye con detalle a sus personajes, mostrando las diferentes maneras en que reaccionan ante un mundo hostil. Vinz quiere vengarse; Saïd, a pesar de todo, intenta mantener el humor; y Hubert representa la esperanza serena, aunque cansada, de alguien que aún cree en la posibilidad de salir adelante. Sus diferencias son importantes, pero no cambian lo esencial: están atrapados. No porque quieran, sino porque el sistema no ofrece salidas reales. Y en esa jaula, el enojo, el miedo y el dolor terminan siendo compartidos.

Conclusión

La Haine retrata la rabia de los jóvenes de los suburbios en los años noventa, una rabia que no solo persiste, sino que se ha intensificado con el tiempo, tanto en Francia como en otros países. En 2023, por ejemplo, la muerte del joven Nahel Merzouk a manos de la policía francesa desató una ola de protestas que sacudieron los suburbios parisinos, recordando con crudeza que la historia narrada por Kassovitz sigue repitiéndose (El País, 2023). Lo mismo ocurre en Estados Unidos, donde casos como el de George Floyd y, actualmente, la persecución a migrantes centroamericanos evidencian que la violencia institucional no es un fenómeno aislado.

Referencias

 
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