Los Caifanes: El inicio de una nueva generación de cine mexicano
Por Rodrigo Cabrera Aguilera
Los Caifanes es una película estrenada en 1967, dirigida por Juan Ibañez, quien también la escribió junto a Carlos Fuentes. Está en el lugar 58 dentro de las 100 mejores películas del cine mexicano. En 1965 se convocó al Primer Concurso Nacional de Argumentos y Guiones Cinematográficos, promovido por el Banco Nacional Cinematográfico, entonces el productor Mauricio Walerstein, habla con Juan Ibañez y le pide un guion para concursar, sin imaginar que serían ganadores.
La historia es sobre una pareja adinerada y con buen estatus social, Paloma, interpretada por Julissa y Jaime, interpretado por Enrique Álvarez Félix, quienes tras ser abandonados en una fiesta, se quedan atrapados en el coche de los caifanes después de que los agarrara un aguacero, es cuando conocen a El Capitán Gato (Sergio Jiménez), El Azteca (Ernesto Gómez Cruz), El Estilo (Oscar Chávez) y a El Mazacote (Eduardo López Rojas); es a partir de este encuentro que inicia una aventura para Paloma y Jaime, dirigida por este grupo de amigos, quienes bajo el argot chilango, se dedican a llevar a cabo muchas jaladas, que los llevarán a vivir peripecias por los barrios bajos de la Ciudad de México y que para la pareja será una forma distinta de recorrer la capital del país, y reconocer la magia y el surrealismo que se encuentra en ella.
Con un guion bien pensado, Fuentes e Ibañez, lograron recrear una jerga especial en la que los personajes se expresan de una forma peculiar al hablar, que rompe con lo que nos tenía acostumbrado el cine tradicional.
Al ver esta película surgen preguntas como ¿por qué se sigue sintiendo tan actual?, ¿qué papel juega la ciudad en la historia?, ¿cómo se representa a la mujer? A lo largo del ensayo hablaremos sobre estos temas, tomando como referencia el primer paso del enfoque tripartita de John B. Thompson, que es producción y transmisión o difusión. Además de usar el concepto utilizado por Loic Waquant, sobre la marginalidad urbana, que de acuerdo a Waquant (2010), proporciona “la sensación de retroceso e inseguridad que gana las barriadas pobres, encerradas en un espiral de ruina aparentemente imparable, y el crecimiento de la violencia y la hostilidad hacia los pobres y entre ellos.” (P.188)
A lo largo de la película hay una sucesión dinámica de las diferencias entre las clases sociales, y se retrata a una Ciudad de México, pobre pero exótica, donde todas las mujeres que salen por la noche son prostitutas, excepto una que es Julissa, todas estas representaciones tienen que ver con cómo, creo yo, se ve esa marginalidad en la urbanidad.
La producción fue muy turbulenta y difícil de realizar, desde problemas con el limitado presupuesto con el que se contaba, hasta con los sindicatos. La Asociación Nacional de Actores (ANDA) y asociados con el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC), no permitía que debutarán actores en papeles estelares, porque primero tenían que pasar por ciertos papeles de menor importancia para poder ofrecerles un papel protagónico, además de que cuatro de los caifanes aún no debutaban en el cine, (Oscar Chávez, Sergio Jiménez, Ernesto Gómez Cruz y Eduardo López Rojas) eran recién egresados de la escuela Nacional de Bellas Artes el (INBA), incluirlos en el reparto estaba en contra de lo que indicaba el Sindicato de Trabajadores de la Industria Fílmica (STIC), y le daba el poder para detener la producción de la película.
La solución que se encontró para reanudar el rodaje fue un acuerdo que lograron los productores al reunirse con los dos jefes de los sindicatos, y acordaron que una parte de la película se haría con STPC y la otra con STIC.
Los costos de producción aproximados, dados por el mismo Walerstein, fueron los siguientes: 50 mil pesos del guion, un crédito de los Estudios América por 450 mil pesos en servicios y laboratorio, y otro crédito de Financiera Industrial de México por 650 mil pesos, dejando como garantía la película. Significa que existía un interés en hacerla y que había la confianza del director en sus actores, a quienes conocía bien, desde el trabajo compartido en el teatro.
Los Caifanes, fue una película relativamente barata en su factura, debido a que se adaptaron al módico presupuesto con el que contaba. La mayoría de las locaciones fueron en exteriores y no se gestionaron los permisos, para ahorrar todo el recurso posible, además las pocas escenas en interiores como la del Cabaret Géminis, se lograron hacer gracias a las relaciones amistosas que había entre los de la producción y los propietarios del mítico cabaret Siglo XX, sobre Eje Central; por su parte la locación de los tacos y la escena de la funeraria, fueron hechas en los Estudios América.
Gracias a las artimañas de buen negociador, fue como se logró que mantuvieran el alumbrado en el centro histórico de la ciudad de México, además, también en la escena ya emblemática del beso con la Diana Cazadora por parte del Azteca (Ernesto Gómez Cruz) y de cómo le ponía ropa a la estatua, todo esa parte tuvo que hacerse entre carros circulando, echándose aguas por si llegaban las autoridades, y dicho y hecho, la parte de la persecución fue real y tuvieron que hablar los actores y el área de producción con los policías para que no pasara a mayores.
También está la emblemática actuación de Carlos Monsiváis como el borracho Santa Claus de barrio, que se consiguió gracias a los dones de la amistad entre el productor, el director y el cronista de la Ciudad de México.
Lograr una obra que trasciende a su época, que se convierta en un referente histórico y cultural no es poca cosa, y Los Caifanes fue un filme con un nacimiento complicado, donde se debieron resolver innumerables adversidades, pero que también contaba con una suma excepcional de artistas talentosos con suficiente ingenio y voluntad para crear una película que nos otorga el retrato del barrio, con la recreación de personajes míticos con el poder de quedar grabados en los espectadores de antes, y de ahora.
Los Caifanes es una película que no representa a México en su totalidad, nos muestra una panorámica interesante de cómo se percibe una ciudad, cualquier ciudad; es una especie de road movie, alrededor del Distrito Federal de finales de la década de los 60s, todo empieza con el choque cultural que se genera entre las clases sociales, representadas por sus diversos personajes, lo que generará una interacción en la que cada uno recibirá una valiosa lección sobre tolerancia, inclusión e incluso sobre la discriminación que existe a partir del desconocimiento que pervive en los diferentes segmentos sociales, económicos y culturales. Este encuentro tan especial, con la suma de tantas situaciones únicas y excepcionales es lo que dará como resultado esta noche memorable e inmortal.
Esta es una película que ha envejecido bien, sigue siendo tan actual que impresiona y sorprende a las nuevas generaciones, y uno de sus puntos a resaltar es lo intemporal que puede ser al mostrarnos que no han dejado de existir estas formas de división social, y pareciera que al Estado le conviene seguir perpetuando, de muchas maneras, la marginalidad urbana, haciendo casi imposible la movilidad social ascendente.
Vivir una noche de destrampe y sin miedo, genera nostalgia, tanto para los que vivieron en esa época, como para los que no. Si algo nos enseñaron Los Caifanes es eso, que nadie se salva de su propia suerte, y que solo a veces se necesita eso para tener una vida distinta, pero también que la suerte se presenta de formas muy extrañas; además, que existe la envidia en todos, los que viven sin nombre desean fama y reconocimiento; por otro lado, los que nacen en cuna de oro y perfumados, quisieran en algún momento pasar desapercibidos y ser libres de hacer lo que sea.
La película Los Caifanes es una obra que sirvió como parteaguas para lo que seguía en el cine mexicano, permitiendo escuchar nuevas voces y nuevos creadores, poco tiene que ver con el movimiento del 68, pero se nota la rebeldía hacia el gobierno y el cuestionamiento de los marginados a su representación en la sociedad. No basta con darles una representación con diálogos rebuscados, ni mostrar los espacios, como lugares exóticos, no hace falta que las Palomas del mundo se interesen y tengan curiosidad, lo que se necesita es respetar y cubrir las necesidades, desde la educación, hasta que se logren mejores oportunidades laborales para que ya nadie pague por los pecados de otros.
Referencias
Bauman, Z. (2018). Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. 10ma ed. México: Fondo de cultura económica.
Lutz, B. (2013). Espiral. Estudios sobre Estado y Sociedad, 20(57), 177-189. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/pdf/espiral/v20n57/v20n57a7.pdf
Sergio Raúl López Mejía (10 de enero de 2018. Conservatorio por el cincuentenario de Los caifanes [Archivo de Video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=eFA-XLDQNag&t=471s
Sefami, J., Chabaud, J. & López, R. (2018, abril-junio). Cine Toma: Revista Mexicana de Cinematografía. [Paso de Gato]. Recuperado de https://issuu.com/galdiyu/docs/cine_toma_50
Walerstein, M. (productor) Ibañez, J. (Director). (1997). Los Caifanes [Película]. México: Cinematográfica Marte S.A.