El verdadero galardón
Por: Armando Del Olmo, estudiante OCEC.
Entre la comunidad cinéfila ha existido, en forma reiterativa, el siguiente debate: “¿verdaderamente los OSCARES importan?”, y de cierta manera, esta pregunta puede aplicar con cualquier tipo de premio dentro del rubro cinematográfico, en este caso hago mención del Oscar (o si quieres verte más elegante al hablar de esto: el Premio de la Academia) como una referencia global de todos los premios de la industria cinematográfica.
Vamos al primer gancho; dentro del arte, los premios pueden ser, y en cierta manera, son muy ambiguos, cada quien percibe una obra a su propia manera y, para algunos, lo que se puede percibir como una obra maestra para otros es una idiotez. Sin embargo, creo que todos tenemos opiniones sobre lo que es el arte ¨bien o mal hecho¨ (en cuestiones de técnica), no es lo mismo degustar un corte de carne prime rib elaborado a fuego lento, condimentado y cuidado por un chef meticulosamente, que comerte una hamburguesa de un establecimiento cualquiera de comida rápida. En el cine sucede algo parecido. No es lo mismo ver la típica comedia romántica hecha por encargo para cumplir con cierto mercado, en cierta fecha, que ver una película elaborada por un director reconocido, que invita a su audiencia a pensar, emocionarse, enojarse, discutir o simplemente apreciar algo fuera de lo común.
Para ser más específico: no es lo mismo ver MAMMA MIA! (2008) que ver SALVANDO AL SOLDADO RYAN (1998). Claramente ves la diferencia en lo que cada una te trata de transmitir. Puedes disfrutarlas todas por igual pero notas la diferencia al experimentarlas. En cambio, si te pregunto: ¿cuál es mejor, PETRÓLEO SANGRIENTO (2007) o BASTARDOS SIN GLORIA (2009)?, probablemente se tenga un dilema, cada una de estas se hizo con un autor apasionado por el arte cinematográfico y en mi opinión, cualquiera de las dos es digna de análisis. Aquí es donde recae el porqué de este escrito ¿un premio elevaría la calidad de la película sobre la otra en cuestión?
Un premio es la materialización del reconocimiento que se le da al resultado del esfuerzo que implicó ese proyecto, es es una forma poética de verlo. Otra manera más superficial de verlo, es utilizar tu premio como una excusa para presumir que eres bueno en lo que haces.
Todo aquel que se dedica o sabe del mundo y la historia del cine te diría que Stanley Kubrick es uno de, sino el mejor director de la historia, nunca ganó el Oscar a mejor director o guión (ganó uno por efectos especiales pero no fue a la ceremonia a recibirlo) y tampoco ganó muchos festivales dentro del circuito europeo; Alfred Hitchcock solo ganó un premio honorífico en su vida pero aun así sigue siendo de los directores más estudiados. Estos dos titanes nunca necesitaron de premios para ser quienes su público los proclama ser, de los mejores de la historia.
A veces los premios que son bien merecidos te causan un orgullo y un estallido de euforia inigualable. Estoy seguro que muchos de nosotros sentimos un grito interno de emoción cuando anunciaron a PARASITOS (2019) como la primera película extranjera en ganar el premio mayor de mejor película. Cómo olvidar cada una de las ocasiones en las que un mexicano ganaba la estatuilla por haber hecho una película excepcional o cuando todo el internet estalló cuando por fin se le hizo justicia a DiCaprio y le entregaron su estatuilla por EL RENACIDO (2015).
Al final del día, todas las ceremonias de premios son un espectáculo y como todo buen show, siempre quieres sacar las mejores reacciones del público, aunque todos los críticos de este tipo de premios (incluyéndome) mayormente desmeritemos estos eventos, no podemos negar lo divertido que resulta verlos, regresamos a lo mismo, todo al final del día cae en el juego del entretenimiento, el juego favorito de Hollywood.
El hecho de que un comité (o miembros de una academia) se junte y someta a votación qué es lo mejor y que en ese proceso tú hayas resultado el ganador debe de sentirse como algo fenomenal. Si me preguntas qué es lo que realmente importa, , tendríamos que dividir esta respuesta en dos. Primera: La nominación. El hecho de elegir un ganador en el arte es muy ambiguo, pero hacer una selección de lo mejor, ahí es donde siento yo, es el halago máximo. Al igual que Rolling Stone siempre saca sus listas de los mejores álbumes y las mejores canciones, así siento que es la selección de nominados.
Me moriría por saber que pasaba por la cabeza de Timothee Chalamet cuando fue nominado por LLÁMAME POR TU NOMBRE (2017) en la entrega número 90 de los Oscars, la categoría era mejor actor y la compartió con personas como Daniel Day-Lewis, Gary Oldman, Daniel Kaluuya y Denzel Washington, cabe recalcar que esta fue su primera y por el momento única nominación que ha recibido. El ser considerado como de lo más destacable, equipararse con gigantes en su área como pasó con Chalamet, eso para mí, es razón suficiente como para celebrar. Segundo y el más decisivo; El tiempo. Conforme pasan los años a uno se le van olvidando datos, pero lo que uno no olvida son las emociones que sintió en su momento. Puedo apostar lque si llegas con alguien y le preguntas ̈¿de cuál película te acuerdas más,STAR WARS (1977) o ANNIE HALL (1977)¨? se inclinaría más por la primera opción, sin embargo, nadie se va acordar que ANNIE HALL ganó el Oscar ese año.
Que tu obra quede en el recuerdo de las personas es un premio que no se puede materializar de ninguna forma, las personas no hablaran de premios al recordar sus películas favoritas, sino de lo que sintieron al verlas, porque al final del día eso es lo que importa en cada espectador, esa experiencia individual e íntima que tuvieron con esa historia que los atrapó en la gran pantalla y nunca los soltó, eso es justo lo que dictamina el tiempo, el cual termina siendo el verdadero galardón del cine, el público que te seguirá recordando.